sábado, 24 de diciembre de 2005

HOMILÍA DE NAVIDAD CICLO B, 24 de diciembre de 2005


Feliz aquel para quien Jesús, hoy es motivo de alegría multiplicada.
Feliz aquel para quien Jesús, hoy es motivo de un gozo acrecentado.
Feliz aquel para quien Jesús, hoy es experiencia de regocijo por su presencia.
Feliz aquel para quien Jesús, hoy es Consejero maravilloso en sus dudas.
Feliz aquel para quien Jesús, hoy es Dios fuerte en sus debilidades.
Feliz aquel para quien Jesús, hoy es Padre para siempre en sus orfandades.
Feliz aquel para quien Jesús, hoy es Príncipe de la paz ante sus violencias y luchas.
Felices ustedes, María y José, porque eso fue, es y será Jesús para ustedes. Llévennos con ustedes a Belén para dar a luz a Jesús y que El sea nuestro motivo.

En una noche como esta, María dio a luz a Jesús, junto a la presencia fiel, activa y silenciosa de José.

Navidad es dar a luz a Jesús. Es dejarlo que salga a la luz. Es dejarlo venir a este mundo. Recuerdo en este momento la auto pregunta de muchos matrimonios en estas horas: ¿tengo que traer un hijo a este mundo, de violencia, injusticia e inseguridad?... ¡Que angustiosa pregunta!

Jesús nació en este mundo. La vida que Él vio y vivió vale la pena ser vivida. Él nos enseña a “vivir la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y salvador, Cristo Jesús” como dice san Pablo.

Aún en el extremo de la inseguridad, de la pobreza y del rechazo, María dio a luz a Jesús. Esa es la Luz que “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado…” En la sobriedad de un pesebre está la Vida, en la oscuridad de una cueva está la Luz, en la inquietud de la noche está la Esperanza.

Que todo el que tenga fe de a luz a Jesús en su vida. Dejémoslo nacer. No lo privemos de la vida entre nosotros. Envolvámoslo con cuidado en los pañales hechos de la tela de nuestra vida. Recostémoslo serenamente en el pesebre de nuestra historia personal, familiar y social. Salgamos de cualquier tipo de apariencia y entremos en la Luz de la conciencia que nos invita a ver la realidad desde Jesús.

Dejémonos envolver por la luz de los ángeles esta noche. Escuchemos atentamente la Buena Noticia de una gran alegría. Dejemos atrás el miedo. Vayamos decididamente hacia el Niños envuelto en pañales en el pesebre.

Que todos los niños engendrados tengan la oportunidad de nacer.
Que todas las madres embarazadas den a luz.
Que la vida de todo recién nacido sea bienvenida entre nosotros.
“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por él!