viernes, 26 de octubre de 2012

Homilías 29º Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo B, 21 de octubre de 2012



Homilías 29º Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo B, 21 de octubre de 2012
Que fácil puede ser ponerse fuera de una situación y juzgarla desde fuera. Tan fácil como pensar en mi y en los míos por sobre los otros. Tan fácil como pensar en nosotros por sobre los otros que tal o cual cosas. Tan fácil como enojarse por el mal ajeno sin poner de manifiesto las miserias del propio corazón.
Visible y triste modo como los hombres pensamos y buscamos sacarnos ventaja unos a otros. Nos molesta de los otros y no tanto de nosotros. Uno siempre debería pensar ¿y yo?
La imagen que nos hacemos de los otros y que nos hacemos de nosotros mismos puede deformar nuestras intenciones y lo que pretendemos de los demás.
Y esto en Dios es clave de identificar. Si, Dios tiene poder pero eso no significa que ese poder es como yo me lo imagino y como yo quiero utilizarlo. Frecuentemente caemos en la dificultad de identificar en que consiste el poder de Dios y en que Él quiere utilizarlo. ¡Qué apetitoso se vuelve al hombre el gusto por el dominio, por el acomodarse! En cualquier ámbito podemos encontrarlo.
"Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir". ¡Qué pedido tan habitual en nosotros! ¿Quien no lo ha hecho con los que ama y lo aman? Sin duda que es importante identificar como se da esa forma de relación con los demás y sobre todo con Dios. ¡Qué lejos de la verdadera forma de pedir: ¿qué quieres de mi? ¿Para qué me has creado hazlo en mi?
La respuesta de Jesús no se hace esperar: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?"." El cáliz de la renuncia a la propia voluntad y el bautismo de la aceptación de la voluntad del Padre. Renuncia y aceptación, una y otra, una con la otra, una más la otra.
Entrar en la escuela de la fe es dejarse llamar por Jesús y dejarse enseñar: el gobierno de uno mismo y de los demás por uno mismo lleva al dominio, a absorber la en la propia voluntad la voluntad de los demás. El poder de si mismo y de los demás lleva a hacer sentir la autoridad de uno mismo sobre los demás. Siempre yo por sobre los demás.
Debo confesar que la respuesta siguiente de Jesús siempre me resuena en mi interior: "entre ustedes no debe suceder así". En nuestra relación con Dios, en nuestra relación con los de mi familia, de mi comunidad, con la sociedad en la que vivimos, no tiene lugar el comportarnos con autosatisfacción ni con la satisfacción de los demás para mi. El ha hecho el camino absolutamente inverso y yo debo aceptarlo para relacionarse con El y con los demás como El.
Así lo expresa con toda claridad: "Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud"."
Les propongo escucharlo de esta manera:
El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes, porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido.
El que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos, porque el mismo Hijo del hombre vino para dar su vida en rescate por una multitud.
Jesús hizo la experiencia de alcanzar la grandeza por el camino del servicio de la comunidad de discípulos, desde que nació preparándose en el servicio de su comunidad familiar y local, hasta alcanzar el servicio de aquellos que lo seguían hasta llenar su agenda diaria hecha de encuentros con El Padre y el estar al servicio de los hombres hasta el agotamiento.
Jesús, hizo la experiencia de ser el primero haciéndose servidor de todos sin distinción rompiendo aún con sus esquemas culturales, valorando a todo aquel que se acercara a Él por el solo hecho de ser Él, y para consumar estos encuentros dio su vida sin restricciones por una multitud que necesitaba ser rescatada de la esclavitud de sí mismos y de las relaciones condicionadas por vínculos de poder y esclavitud.
Siempre, y estoy hay que repetirlo hasta el cansancio, siempre Jesús vive y propone lo que vive. Lejos está Jesús de molestarse por nuestras conductas, el sufre nuestra esclavitud y se propone como experiencia para nuestra experiencia. Él hace la experiencia no solo antes, sino con nosotros y por eso educa en el momento de los acontecimientos. Jesús no es un papá o una mamá desilusionados por la conducta de sus hijos; Jesús no es un maestro decepcionado con sus alumnos carentes de capacidad de aprendizaje; Jesús no es un líder a quienes sus seguidores le fallan con sus errores; no, Él es el Servidor que se dispone en toda situación a rescatarnos las esclavitudes a las que nos auto sometemos o dejamos que nos sometan, para darnos la libertad que significa alcanzar la grandeza y la primatura que se encuentra sólo en el gozo de darnos por entero sin reclamar nada para sí nada más que el lugar de servidores. Quien no conoce este gozo, no conoce el camino de Jesús, no se está dejando enseñar en el terreno, en el concreto de cada situación en la que nos desencajamos por nuestras ideologías, voluntarismos, sentimentalismos o ataques de complacencia malsana.
Me gusta este Jesús falto de las malsanas formas de enseñar que se propagan por ahí. Él tiene su propio método y ese método es Él mismo. ¿Quien puede decir eso de sí mismo? Sólo Jesús puede hacerlo. Y es un método ideado desde la experiencia de intimidad con el Padre en la Palabra y en la sabiduría religiosa del pueblo de Dios, con la intimidad de los hombres que lo rodeaban y con los cuales convivía, extraído desde dentro de sí mismo, desde dentro de su experiencia de hijo de una familia humana, de familiar, de amigo, del trabajo, del silencio.
¿Podemos seguirlo por este camino? ¿Es verdaderamente posible? Si pretendemos hacerlo por nosotros mismos y sin que nuestra humanidad tenga que acomodarse a su verdadera dimensión pero solo puede descubrirse por un moldearnos en la forma de Jesús. Podemos "con Jesús" y aún más "en Jesús". Siempre teniendo en cuenta que estamos aceptando ser y hacer como Jesús y no como otros...
Aquí no vale el poder, no sirve para nada, es inútil. Hemos perdido sanamente el control y nos hemos confiado a una experiencia única, la de Jesús servidor.
Al invitación de Jesús es clara: "Entre ustedes no debe suceder así" como sucede fuera de mi experiencia.
Jesús ayudamos a quererlo y amar tu experiencia. Ayúdanos a hundirnos en la experiencia de este laboratorio de la fe contigo sin mirar a otros sino sólo a Ti. Amén. 
P. Sergio-Pablo Beliera