domingo, 28 de octubre de 2012

Homilía 30º Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo B, 28 de octubre de 2012


Homilía 30º Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo B, 28 de octubre de 2012
Las limitaciones humanas más diversas han rodeado la existencia de Jesús entre nosotros. A lo largo de sus días sea donde fuera que estuviese, allí lo esperaba una experiencia de limitación, de frustración, de dolor, de sufrimiento...
A veces agotado, no dejo nunca a nadie sin su consolador: "vete, tu fe te ha salvado", que tantos deseaban escuchar alguna vez.
Pensemos que la existencia de Dios mismo, esta rodeada de la condición de la limitación, de la carencia, desde el principio de la creación. Y no solo por obra del mal, de hecho en el mundo creado todo es distinto de Él, aunque todo proviene de Él. Esa misma diferencia es motivo de gran comunión. No se experimenta aislado en su creación, ni nos siente aislados como sus criaturas.
Ahora, Dios manifiesta siempre y sin lugar a duda, una actitud sorprendente, porque todo lo que es para nosotros limitación y carencia, Él no lo vive como una experiencia frustrante. Porque aunque todo lo creado sea distinto a Él, nada de lo creado es imperfecto por sí mismo, sino que todo lo creado -nosotros mismos- somos plenos en sí mismo, perfectos a los ojos de Dios.
Un ciego no es para Dios lo que es para nosotros, es importante que nos demos cuenta. Basta mirar a aquellos que como Él, ven en un sufriente a Dios mismo, y se lanzan a la experiencia de la comunión de amor con esa persona.
La ceguera puede ser de los que ven y, demos por seguro que esa es la peor de las cegueras, más difícil de restablecer que la ceguera física, porque cuando somos ciegos voluntarios somos más ciegos que un ciego físico. Dios se detiene ante nuestra libertad, pero Dios no se detiene ante la súplica sincera de un ciego bajo el calor abrazador de Jericó: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!"
No podemos dejar de preguntarnos por nuestras cegueras voluntarias: ¿Cuáles son? ¿De qué manera se manifiestan? ¿Qué me lleva a aferrare a mi ceguera? ¿Qué pasa que aún no grito nítidamente a Dios?
Para Dios, cuando seguimos su llamada a volver a Él desde la situación de vida en la que nos encontremos, somos sus hijos que vuelven y Él quiere manifestarse como un padre para nosotros. Y aún más, "¡es una gran asamblea la que vuelve aquí!", una asamblea de hijos en los que Él manifiesta sentimientos de profunda compasión, que nunca nos deja en la situación en la que estábamos.
Esa es la historia de la agenda de Dios cada día. Y hoy se necesitan santos en cada rincón del mundo, con la misma agenda de Dios. Porque al manifestar Dios, en la persona de Jesús su compasión, nos revela que Él espera de nosotros hombres como Jesús, que nos comportemos de la misma forma.
En Jesús se nos revela el proyecto de Dios de una humanidad compasiva, que sale de su ceguera y ve por su fe.
La fe es la curación a nuestra ceguera porque podemos ver como Dios ve a mis hermanos, al mundo todo. Por la fe el hombre ve, hace, más allá de sus limitaciones físicas guiado por sus potencias espirituales regaladas a raudales por el Dios que no tiene límites entre los hombres limitados.
Por la fe gritamos fuerte y decididamente a Jesús nuestra miseria suplicando su compasión.
Por la fe descubrimos el nombre oculto de Jesús, ese nombre que sólo descubren los que no se resignan a verse sino como Dios los ve.
Por la fe saltamos hacia Jesús sin ver pero directo a Él. ¡Maravilloso!
Por la fe entramos en diálogo con Jesús, somos cuestionados sobre nuestro deseo profundo y crudo.
Por la fe obtenemos de Jesús aquello que no podemos darnos a nosotros mismos y que los demás no pueden darme.
Por la fe nuestra vergüenza se transforma en nuestra dignidad. Porque sólo ve el que no veía antes.
Por la fe acepto ser rescatado por Jesús de mi limitación, de lo que me condiciona y me pone al borde, fuera del camino.
Por la fe volvemos al camino de la vida.
Por la fe ahora vemos como Dios me ve.
¿Puede haber mayor don? ¿Puede haber mayor sanción?
Con Jesús esta lleno de oportunidades donde hacer esta experiencia.
¿Me desembarazare de mi mismo por ser limitado, me desharé de mi hermano por ser limitado, me desinteresare de nuestro sociedad por ser como es?
"¡Animo, levántate! El te llama"

Pbro. Sergio-Pablo Beliera