domingo, 18 de octubre de 2015

Homilía 29º Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo B, 18 de Octubre de 2015

Puesto un pie por delante del otro en el seguimiento de Jesús, según el modo al que Él nos ha llamado, nos enfrentamos a los primeros mareos, las primeras zozobras, los primeros traspiés en el andar tras de Jesús.
Descubrir que seguimos a un Servidor, descubrirnos siguiendo a un Servidor, y descubrir que sólo hemos sido llamados a ser como Él, servidores, son etapas en el desarrollo de ese seguimiento que nos envuelve por enteros.
Nosotros, hijos de este tiempo y de esta tierra, vemos desarrollarse nuevos modelos de liderazgos y conducción que se desarrollan al margen del mero uso del poder por el poder mismo.
Aunque, lamentablemente, aún subsisten formas muy claras de ejercer la autoridad de formas que no se parecen en nada a los grandes saltos dados en la humanidad. Persisten entre nosotros formas de Liderazgos Egocentristas, Idolátricos, Autoreferenciales, en el mundo y en las iglesias.
Desarrollemos pues, nuestras tres líneas principales:
- Nosotros seguimos a Jesús un Servidor. Un Servidor que “ofrece su vida en sacrificio de reparación”. Las consecuencias de un Dios que se hace Servidor de sus creaturas y que para colmo del asombro “ofrece su vida en sacrificio de reparación”, son de magnitudes inimaginables para una humanidad propensa a sacar ventajas de ese Dios y de sus hermanos.
Que bien hoy nos representan Santiago y Juan: “Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”¿Cómo pedir algo que anida en el mar estrecho de nuestros deseos, a Dios hacedor del Universo?
En lo escondido de una semejante audacia al pedir a Dios mismos, anida la conciencia que Dios es un Servidor, pero que debe ser corregida en el aspecto desviado de esa conciencia, Dios es Servidor pero como tal no puede ser manipulado por deseos caprichosos y egoístas, ese es un claro límite.
Jesús lo expresa claramente: “Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados”. Lo extraordinario de esta respuesta es que ella misma, expresa como Jesús se pone una y otra vez, de todas las formas posibles, como un simple Servidor de una voluntad, que es la voluntad del Padre. O sea, que aún siendo claramente Servidor, esa misma condición está resguardada por límites infranqueables aceptados y asumidos, como un bien que Jesús no está dispuesto a franquear, ya que Jesús, “…fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado. Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno…” Garantizado siempre por la conciencia de Jesús y sus consecuencias asumidas, que según sus propias palabras, “el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.
Vida - servicio y vida - entregada que se manifestará dramáticamente en la entrega de la Pasión, Crucifixión y Muerte. Expresión dramática implacable e inapelable que sacude la conciencia de la humanidad, que en cada hombre se debate frente a semejante testimonio.
- Ahora, nosotros nos descubrimos a nosotros mismos siguiendo a un Servidor, atraídos por Él el Servidor humilde y sufriente. Así lo expresa en Evangelio: “No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?”. “Podemos”, le respondieron.”
Es una respuesta audaz a una audaz propuesta. Somos conscientes a medias de lo que significa esa atracción hacia Jesús Servidor que “no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”. Pero, en ese camino nos hemos puesto y sus consecuencias no se hacen esperar, ya que a la primera contrariedad debemos ‘hacernos cargo’ de nuestro “podemos”
Cuando contemplamos la Cruz y al Crucificado, nuestra conciencia se ve interpelada, a ese Dios seguimos y por ese Dios humillado y entregado, nos sentimos atraídos. Y para que la conciencia y las consecuencias de semejante elección no se vea oscurecida o se vuelva intolerable, se nos ofrece el consuelo necesario: “Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe.” Es ese Servidor que nos ha atraído y a quien seguimos el que “penetró en el cielo”, y por esa atracción y seguimiento nos lo hará penetrar a nosotros como regalo de fidelidad y coherencia.
- De ahí que nos descubrimos llamados por este Jesús Servidor a ser y vivir como servidores según su modelo de ser y vivir. Si, también nosotros hoy recibimos esa invitación: “Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo… el que quiera ser grande, que se haga servidor…; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos…” Y si bien “el discípulo no puede ser mayor que su Maestro”, el discípulo no debe ser menos que su Maestro.
Hoy, hay un gran trabajo por hacer en cada uno de nosotros, en cada una de nuestros matrimonios, en cada familia, en cada comunidad, en cada sociedad… para que todas nuestras relaciones, sea en la etapa que sea, sea en las instancia que sea, se modelen en este principio insustituible: “…el que quiera ser grande, que se haga servidor…; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos…”
Cada uno es quien “ofrece su vida en sacrificio de reparación” con Jesús, como una invitación, como un clamor urgente, como la verdadera opción para deshacer las opciones que Jesús ha rechazado y nos sigue invitado a rechazar: “Ustedes saben que aquéllos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así…” A nuestras conciencias clama ese mandamiento. A nuestros conciencias llama el claro pedido de Jesús el Servidor: “Entre ustedes no debe suceder así…”
¿Qué estamos haciendo para que sea así?
¿Qué hacemos involucrados en modelos de dominio, de dueños, de hacer sentir autoridad, tan claramente rechazados por Jesús Servidor?
Despertemos del horrible sueño de una humanidad de sometimientos. Construyamos con Jesús Servidor una humanidad nueva de servidores, de discípulos servidores.
Concédenos Señor, permanecer fieles a tu santa voluntad y servirte con un corazón sincero como manifiesta tu deseo: “…el que quiera ser grande, que se haga servidor…; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos…”


P. Sergio-Pablo Beliera