Puesto un pie por
delante del otro en el seguimiento de Jesús, según el modo al que Él nos ha
llamado, nos enfrentamos a los primeros mareos, las primeras zozobras, los
primeros traspiés en el andar tras de Jesús.
Descubrir que
seguimos a un Servidor, descubrirnos siguiendo a un Servidor, y descubrir que
sólo hemos sido llamados a ser como Él, servidores, son etapas en el desarrollo
de ese seguimiento que nos envuelve por enteros.
Nosotros, hijos de
este tiempo y de esta tierra, vemos desarrollarse nuevos modelos de liderazgos
y conducción que se desarrollan al margen del mero uso del poder por el poder
mismo.
Aunque, lamentablemente,
aún subsisten formas muy claras de ejercer la autoridad de formas que no se
parecen en nada a los grandes saltos dados en la humanidad. Persisten entre
nosotros formas de Liderazgos Egocentristas, Idolátricos, Autoreferenciales, en
el mundo y en las iglesias.
Desarrollemos pues,
nuestras tres líneas principales:
- Nosotros seguimos a
Jesús un Servidor. Un Servidor que “ofrece su vida en sacrificio de
reparación”. Las consecuencias de un Dios que se hace Servidor de sus
creaturas y que para colmo del asombro “ofrece su vida en sacrificio de reparación”,
son de magnitudes inimaginables para una humanidad propensa a sacar ventajas de
ese Dios y de sus hermanos.
Que bien hoy nos
representan Santiago y Juan: “Maestro, queremos que nos concedas lo que
te vamos a pedir”… ¿Cómo pedir
algo que anida en el mar estrecho de nuestros deseos, a Dios hacedor del
Universo?
En lo escondido de
una semejante audacia al pedir a Dios mismos, anida la conciencia que Dios es
un Servidor, pero que debe ser corregida en el aspecto desviado de esa
conciencia, Dios es Servidor pero como tal no puede ser manipulado por deseos
caprichosos y egoístas, ese es un claro límite.
Jesús lo expresa
claramente: “Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo
que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí
concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados”.
Lo extraordinario de esta respuesta es que ella misma, expresa como Jesús se
pone una y otra vez, de todas las formas posibles, como un simple Servidor de
una voluntad, que es la voluntad del Padre. O sea, que aún siendo claramente
Servidor, esa misma condición está resguardada por límites infranqueables
aceptados y asumidos, como un bien que Jesús no está dispuesto a franquear, ya
que Jesús, “…fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del
pecado. Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de
obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno…” Garantizado
siempre por la conciencia de Jesús y sus consecuencias asumidas, que según sus
propias palabras, “el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y
dar su vida en rescate por una multitud”.
Vida - servicio y
vida - entregada que se manifestará dramáticamente en la entrega de la Pasión,
Crucifixión y Muerte. Expresión dramática implacable e inapelable que sacude la
conciencia de la humanidad, que en cada hombre se debate frente a semejante
testimonio.
- Ahora, nosotros nos
descubrimos a nosotros mismos siguiendo a un Servidor, atraídos por Él el
Servidor humilde y sufriente. Así lo expresa en Evangelio: “No saben lo que piden. ¿Pueden
beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?”.
“Podemos”, le respondieron.”
Es una respuesta
audaz a una audaz propuesta. Somos conscientes a medias de lo que significa esa
atracción hacia Jesús Servidor que “no vino para ser servido, sino para servir
y dar su vida en rescate por una multitud”. Pero, en ese camino nos
hemos puesto y sus consecuencias no se hacen esperar, ya que a la primera
contrariedad debemos ‘hacernos cargo’ de nuestro “podemos”…
Cuando contemplamos
la Cruz y al Crucificado, nuestra conciencia se ve interpelada, a ese Dios
seguimos y por ese Dios humillado y entregado, nos sentimos atraídos. Y para
que la conciencia y las consecuencias de semejante elección no se vea
oscurecida o se vuelva intolerable, se nos ofrece el consuelo necesario: “Ya
que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en
el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe.” Es ese
Servidor que nos ha atraído y a quien seguimos el que “penetró en el cielo”, y
por esa atracción y seguimiento nos lo hará penetrar a nosotros como regalo de
fidelidad y coherencia.
- De ahí que nos
descubrimos llamados por este Jesús Servidor a ser y vivir como servidores
según su modelo de ser y vivir. Si, también nosotros hoy recibimos esa
invitación: “Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo
que yo… el que quiera ser grande, que se haga servidor…; y el que quiera ser el
primero, que se haga servidor de todos…” Y si bien “el discípulo no puede ser mayor
que su Maestro”, el discípulo no debe ser menos que su Maestro.
Hoy, hay un gran
trabajo por hacer en cada uno de nosotros, en cada una de nuestros matrimonios,
en cada familia, en cada comunidad, en cada sociedad… para que todas nuestras
relaciones, sea en la etapa que sea, sea en las instancia que sea, se modelen
en este principio insustituible: “…el que quiera ser grande, que se haga
servidor…; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos…”
Cada uno es quien “ofrece
su vida en sacrificio de reparación” con Jesús, como una invitación,
como un clamor urgente, como la verdadera opción para deshacer las opciones que
Jesús ha rechazado y nos sigue invitado a rechazar: “Ustedes saben que aquéllos a
quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus
dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe
suceder así…” A nuestras conciencias clama ese mandamiento. A nuestros
conciencias llama el claro pedido de Jesús el Servidor: “Entre ustedes no debe suceder
así…”
¿Qué estamos haciendo para que sea así?
¿Qué hacemos involucrados en modelos de dominio, de
dueños, de hacer sentir autoridad, tan claramente rechazados por Jesús
Servidor?
Despertemos del
horrible sueño de una humanidad de sometimientos. Construyamos con Jesús
Servidor una humanidad nueva de servidores, de discípulos servidores.
Concédenos Señor, permanecer
fieles a tu santa voluntad y servirte con un corazón sincero como manifiesta tu
deseo: “…el que quiera ser
grande, que se haga servidor…; y el que quiera ser el primero, que se haga
servidor de todos…”
P. Sergio-Pablo Beliera