domingo, 25 de abril de 2010

HOMILÍA 4° DOMINGO DE PASCUA, CICLO C, 25 DE ABRIL DE 2010

“…yo las conozco…”, dice Jesús Buen Pastor. Es tranquilizador e inquietante a la vez que Él nos conozca. Tranquilizador, porque ese conocimiento proviene de Quien ha dado la vida por nosotros y por lo tanto no puede traernos más que bienes, entre ellos un verdadero descubrimiento de quienes somos y para que estamos hechos. E inquietante, porque eso implica el compromiso de buscar ese conocimiento, de hacerlo nuestro, de asumirlo y llevarlo a cabo.
Podríamos decir que, entre la escucha de Jesús Buen Pastor y el seguimiento de su persona y proyecto, se encuentra el conocimiento que Jesús Buen Pastor tiene de nosotros. ¿De que conocimiento se trata? El sabe quienes somos, para quien y para que estamos hechos.
Ese conocimiento consiste en el llamado que Dios nos hace a pertenecerles por entero. En ese conocimiento que Dios tiene de nosotros, descubrimos nuestra vocación más profunda y por lo tanto vocación permanente. Pero, en tiempos en que se nos hace difícil valorar el permanecer, necesitamos de Quien tiene ese permanecer incorporado y puede a la vez trasmitírnoslo.
Esa vocación, ese llamado que Dios tiene para nosotros, es siempre realizable, por eso Jesús dice con tanta contundencia: “nadie las arrebatará de mis manos”. Hoy día, pareciera que la vocación más profunda de vivir en Dios, con Dios y para Dios fuera irrealizable. Por la cantidad de cosas en las que tenemos que ocuparnos para ser personas en esta cultura. Hay algo que siempre se antepone a esa vocación más profunda, permanente y durable.
Esto, no deja de tocar también la llamada al sacerdocio, por la que estamos rezando hoy. El sacerdocio, es palpado por algunos muchos, como una vocación irrealizable, que ser un pastor que lleva adelante el rebaño del Señor, es imposible porque es arduo e ingrato.
El Buen Pastor Jesús, realización plena y acabada del sacerdote de ayer y de hoy, conoce el gozo y la plenitud de esta vocación. El, y solo El, es el parámetro y el reaseguro de esta vocación a identificarse con su tarea de pastor bueno.
No podemos dejar de plantearnos pues estas preguntas, que se responden por sí mismas:
¿Puede haber un gozo más pleno, que una plena identificació n con el ser y el hacer de Jesús Buen Pastor?
¿Puede no ser la vocación y misión de Jesús Buen Pastor plenificante para un varón del siglo XXI?
¿Puede no ser gozoso conocer a los hombres como Jesús Buen Pastor los conoce?
¿Puede no ser maravilloso entregarse como se entregó Jesús Buen Pastor al amor del Padre?
¿Puede uno resistirse a ser conocido por Jesús Buen Pastor y que el nos llame a su lado y serlo todo para nosotros?
¿Puede haber algo más cautivante que escuchar la voz de Jesús Buen Pastor diciendo tu nombre y que eso lo sea todo?
¿Puede haber una aventura más fascinante que seguir las huellas de Jesús Buen Pastor?
¿Puede haber generosidad mayor que recibir la Vida Eterna y dedicarse a darla a todos como Jesús Buen Pastor?
¿Puede haber algo más digno que dedicarse desde hoy a lo que se dedica Jesús Buen Pastor siempre?
¿Puedo no sentir una paz inmensa en poner la vida toda en manos del Padre del que nadie puede arrebatarnos?
¿Puede haber una experiencia mayor que la de ser uno con Jesús Buen Pastor que es uno con el Padre y en quien el encuentra y recibe todo?
¿Puede no ser importante y trascendente ser oveja de Jesús el Buen Pastor y ser la vez pastor como Jesús Buen Pastor?
El sacerdote no elige nada para sí, porque ha sido elegido por Jesús el Buen Pastor para ser todo suyo y eso le basta. Es así, padre y madre de todos, hijo de todos, hermano de todos, amigos de todos, y en sus manos lleva el tesoro de la creación, a Jesús Eucaristía y a Jesús Misericordia. Se le confía el tesoro más grande de Dios, sus pobres y pecadores, lo que nadie elige y ama, el sacerdote hace de Jesús Buen Pastor para ellos eligiéndolos por amor divino en su humilde humanidad.
Jesús Buen Pastor, haz de los que llamas al sacerdocio hombres que escuchen tu voz cada día en cada experiencia.
Jesús, Buen Pastor, haz de los que llamas al sacerdocio hombres que se dejen conocer por vos y que te conozcan personal y comunitariamente.
Jesús, Buen Pastor, haz de los que llamas al sacerdocio hombres que te sigan según la pureza del Evangelio.
Jesús, Buen Pastor, haz de los que llamas al sacerdocio hombres que reciban, vivan y den la Vida Eterna que solo tu das.
Jesús, Buen Pastor, haz de los que llamas al sacerdocio hombres que nada ni nadie pueda arrebatar de tus manos, según tu promesa.
Jesús, Buen Pastor, haz de los que llamas al sacerdocio hombres que sean una sola cosa con vos y el Padre por la acción del Espíritu Santo.

P. Sergio Pablo Beliera