domingo, 18 de agosto de 2013

Homilía 20º Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo C, 18 de agosto de 2013

Homilía 20º Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo C, 18 de agosto de 2013

"Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente! ...este hombre... con semejantes discursos desmoraliza a los hombres... este hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia".


Muchas y de diversas formas nos desmoralizamos y consideramos a aquellos a quienes identificamos como portadores de noticias que no queremos escuchar, como pájaros de mal agüero, pesimistas, derrotistas, o profetas de la desesperanza. Y debemos decir que muchas veces puede ser así, pero no siempre es así. 

Muchas veces hemos recibido advertencias que no hemos querido o sabido escuchar y que luego hemos tenido que reconocer como ciertas. ¿A quien no le ha pasado?

Jesús viene a nosotros para que nosotros tomemos una decisión. Una decisión de elegirlo a Él o rechazarlo. No podemos quedar neutros, o con lo mejor de Él y a la vez pretender permanecer con lo que se contrapone a Él: "...despojémonos de todo lo que nos estorba, en especial del pecado, que siempre nos asedia, y corramos resueltamente al combate que se nos presenta."

Aveces podemos querer suavizar nuestras opciones y no tomamos las consecuencias que las elecciones de personas implica en nuestras vidas.

"Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús, el cual, en lugar del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz sin tener en cuenta la infamia..." Nuestra elección por Jesús, no conlleva necesariamente los aplausos y aprobaciones de los demás. No podemos suavizar esta elección. Debemos ser plenamente conscientes y consecuentes con esta elección. Él lo vale todo y más.

Cuando escribo esta meditación, escucho en mi interior las voces que surgen en mí mismo que me dicen: "¡eh, no es para tanto... Eh, no seas extremista ni exagerado!" E inmediatamente me salvan la memoria de experiencias vividas por mi y por otros.

Como ser, elegir una pareja implica necesariamente decirle que no a otras personas que podrían ocupar ese lugar. Elegir ser libre implica elegir personas que me ayudan a ser libre y rechazar las propuestas de aquellas que me ofrecen esclavitudes. Elegir ser sano implica incorporar todo lo que es saludable y dejar de lado todo lo que no lo es. Elegir vivir en un lugar implica no vivir en otros. Y así muchas otros ejemplos, que seguramente a cada uno le surge en el corazón.

Por cosas y personas que elegimos peleamos y luchamos con los demás para que nuestra elección sea aceptada y tomada en cuenta. ¿Porqué nuestra elección por Jesús no podría ser de la misma forma? ¿Porqué deberíamos transigir con Jesús y ser neutros cuando no lo somos en las demás cosas y personas?

"Piensen en Aquél que sufrió semejante hostilidad por parte de los pecadores, y así no se dejarán abatir por el desaliento." Jesús es una decisión clara y nítida que nos une a muchos y nos separa de otros, no por culpa de Jesús, sino como consecuencia de las opciones que cada uno hace. Por supuesto que las separaciones en la familia son las más dolorosas, pero, ¿porque no ser pacientes con ellos y aceptar su opción, en vez de dejar sólo a Jesús?. Jesús ha dado su vida por nosotros y eso implica que yo haga una elección de amor por su amor por mi y por cada uno. Y debo aprender a tolerar las diferencias que ello implique, sino no es una verdadera elección.

Además la mayoría de nuestras divisiones religiosas o por cuestiones religiosas, son más bien originadas por la ideología que por Jesús mismo. ¡Es difícil no estar de acuerdo con tanto amor, entrega, paciencia, misericordia, gozo, capacidad de sanar y de perdonar!

Estos días muchas personas se experimentan tocadas por los gestos del Papa Francisco, y gran parte de ellos, son personas de diferentes opciones de vida. Me ha pasado con ateos, con judíos, con cristianos no católicos, con gente común, con gente profesional, con el cartonero, en la calle, en el hospital, en el colectivo, en la plaza, en casa de amigos, con conocidos o desconocidos... Cuando los hombres nos despojamos de las ideologías entramos más fácilmente en comunión, dejamos las diferencias y sobresale lo que nos une y verdaderamente nos da vida. ¡Cuánto más si los gestos y las palabras proviene de Jesús mismo!

Cuando nuestros gestos y palabras no son consecuentes con nuestra elección, quedamos desprovistos de credibilidad y de verdad, de compasión y ternura, y las diferencias fácilmente ganan terreno y surgen las oposiciones continuas e irracionales, porque nada más irracional que la ideología, que usa la inteligencia como un escudo de una posición que en realidad nace de un rechazo o de una disconformidad visceral.

Jesús claramente agudiza nuestra inteligencia y fortalece nuestra fe, poniendo a descubierto aquello que nos engaña y nos separa de Él y de nuestros hermanos, no por una opción de amor, sino por una opción de engaño, de fantasía, de búsqueda mal encausada. ¡Él sabe comprendernos más que nadie! Y porque Él nos comprende, nos pide una elección y una mirada clara sobre las situaciones en comparación no con nuestros modos de ver, sino con el Evangelio mismo, eso es claro y no podemos quedarnos engañados junto a Él, eso nos haría un gran daño que puede ser duramente reparable.

Deseemos ardientemente como Jesús, con Jesús, por Jesús, en Jesús...
Dejemos que toda nuestra humanidad experimente la angustia sana de que en nosotros se cumpla plenamente la voluntad del Padre, que siempre es voluntad de donación de amor de sí mismo, de servicio y de alegre paso de muerte a vida en cada circunstancia.

"Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!" Su fuego, puede y tiene que ser mi fuego, tu fuego, nuestro fuego...

Su llama tiene y puede ser mi llama, tu llama, nuestra llama...

Su separación de todo engaño, puede y debe ser mi separación, tu separación, nuestra separación de todo engaño...

Su opción de no componer con el mal, el odio, el desamor, la lógica del poder, puede y debe ser mi opción, tu opción, nuestra opción por la suya misma y no menos...

"Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!"

La cosas no cambiarán sin un cambio hacia Jesús y sus opciones, pensar lo contrario es un engaño que la humanidad, tu humanidad y mi humanidad, sigue pagando caro y sus consecuencia pesan sobre una generación y otras. Porque el fruto de nuestras decisiones equivocadas sólo se corrigen en la elección de Jesús y su mensaje, de sus gestos y sus palabras. Nada no nadie puede reparar el mal que hemos producido y que podemos seguir produciéndonos unos a otros, si no elegimos a Jesús aquí y ahora con su visión, sus gestos inteligibles, sus palabras directas a la mente y el corazón de todo hombre de buena voluntad.

Que Él lo haga posible frente a nuestros imposibles.

P. Sergio-Pablo Beliera