domingo, 2 de junio de 2013

Homilía Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Ciclo C, 2 de junio de 2013


Homilía Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Ciclo C, 2 de junio de 2013
            Es verdad, no tenemos pan para dar de comer a tanta gente. Ninguno entre nosotros tiene ese pan necesario y abundante para tanta gente que a diario experimenta el hambre insatisfecho frente a tantas y tantas búsquedas y esperas, frente a tantos y tantos anhelos y expectativas.
Cada vez que parto hacia la estación Constitución, camino con esa conciencia, soy un discípulo de Jesús sin el pan suficiente para todos los hambrientos que me esperan. Yo no tengo ese pan, porque yo no soy ese pan.
Pero el mandato de Jesús es claro: "Denles de comer ustedes mismos"… Claro, pero no del pan de ustedes, sino de Mi pan. El pan que pasa por las manos de Jesús es el necesario, es el abundante, es el que se puede dar y satisface, el que no se acaba.
Los hombres no nos damos más a nosotros mismos, porque creemos que somos pan que satisface las necesidades de los que nos rodean y entonces retaceamos nuestro darnos, minusvaloramos nuestro darnos… Pero siempre porque lo creemos ya suficiente. Luego, si también, porque creemos que no somos lo suficiente para las necesidades y expectativas de los hambrientos y entonces nos guardamos, nos retenemos en la alacena, en la panera…
Jesús, se interpone entre estos pensamientos y toma nuestro pan, los hace pasar por sus manos y nos lo entrega para que lo demos transformado. Nadie puede pensar ya que ese Pan, ahora con mayúscula, no puede satisfacer y cubrir las necesidades humanas de hambre insatisfecho.
Jesús hace de mi pan, de tu pan, un pan nuestro, tomado, bendecido, partido y distribuido, Pan que llena alma y cuerpo y sobra para mañana y más…
La Eucaristía es el Pan de Jesús hecho Pan nuestro, porque ha tomado de lo nuestro y haciéndolo suyo sin apoderarse de el, lo santifica con su humildad, con su pobreza, con su condición de Hijo que todo lo recibe del Padre, y nos entrega cambiado en su propia Persona, para que lo distribuyamos entre nuestros hermanos. La Eucaristía es el testimonio vivo de que todo lo que pasa por las manos de Jesús se vuelve Jesús mismo, todo es fruto de su entrega y todo debe ser entregado para que de fruto.
"Denles de comer ustedes mismos" aquí y ahora, en estas condiciones. Esto es, tomen Mi Pan y háganlo suyo. Esto es, experimenten ustedes mismos como el Hijo Amado del Padre puede satisfacer el hambre del estos hombres, con solo cinco panes y dos peces.
Si Jesús es nuestro Pan, entonces si que alcanzará para todos, entonces si que habrá pan en abundancia, entonces si que todos quedarán satisfechos.
Si hoy la Eucaristía es Pan que satisface, Pan en abundancia, experimentado por nosotros en la relación con Jesús Eucaristía, entonces sí que podremos ser testigos convincente de esta saciedad maravillosa. Porque habremos comido de su Palabra, es que podemos comer de su Pan que colma nuestra hambre de su Presencia que no abandona, que no nos despacha, sino que permanece entre nosotros para darnos de comer de Sí mismo con la fuerza de lo alto.
Si esto es así nos detenemos maravillados a contemplar este prodigio de amor, de presencia, de permanencia, deteniéndonos ante “lo que sobró”. Contemplamos este prodigio de abundancia que es Jesús Eucaristía. Adoramos al Dios Bueno que nos bendice con su Presencia al que bendigo con mi presencia ante el misterio de su abundancia. Somos los adoradores que contemplamos la obra de Dios en la guardamos en la canasta que somos cada uno de nosotros, como lo guarda la Iglesia en la canasta de sus Sagrarios.
¿Vengo hambriento a la Eucaristía celebrada en cada misa?
¿Recibo el Pan de la Eucaristía de las manos de Jesús?
¿Distribuyo entre los hambrientos el Pan de Jesús que he recibido de sus manos?
¿Recojo en el canasto de mi propia vida la abundancia de Jesús Eucaristía y lo contemplo en la adoración silenciosa de la admiración de la saciedad que sólo Jesús puede brindar?
¿Voy con agradecimiento y gozo al Sagrario de la abundancia eucarística de mi Comunidad y lo cuido con mi presencia y permanencia?
Permanezcamos con Jesús entre la multitud dando y contemplando el Pan de Vida en la Eucaristía con corazón contemplativo y adorador, para que el mundo crea en que puede ser saciado por Jesús Pan de los hombres, de los hambrientos, que escuchan, comen y contemplan.

P. Sergio-Pablo Beliera