domingo, 30 de marzo de 2014

Homilía Domingo 4º de Cuaresma, Ciclo A, 30 de marzo de 2014

El dramatismo de algunas vidas parecieran no albergar ninguna esperanza. Por lo menos así lo ven los reguladores de las vidas ajenas, los pragmatistas, los eficientistas, los escépticos, los racionalistas,
Tal vez sea mejor no tomar posición frente a una vida y más bien interactuar con ella con el ánimo de extraer lo que no se ve a simple vista, lo que no se puede concebir por la simple suma de elementos, lo que nos resulta fuera de lo imaginable pero no fuera de lo posible.
Así es Jesús. Siempre un paso adelante de lo obvio, siempre con un palpitar bien ubicado, con una renovada sensibilidad, frente a lo humano.
Él que tiene esa capacidad única de descubrir a la persona, hoy no sólo lo hace una vez más, sino que se deja descubrir. Da la oportunidad de ser descubierto paulatinamente y a la vez de manera clara por un ciego de nacimiento.
Este ciego nos representa a todos nosotros, pero no por la ausencia de luz, no por la presencia del pecado, sino por la maleabilidad de su persona, como decimos aveces, se deja hacer en varios encuentros significativos.
¿Somos maleables? ¿Somos materia disponible?
Es la revalorización de lo simple, del gesto y la palabra, que el hombre necesita una y otra vez para salir de sus atolladeros.
Es la consagración de la inutilidad de nuestros pensamientos contaminados por la ideología, o por el prejuicio, el preconcepto desanimante de tantos que como ellos no pueden o no quieren hacer nada por el otros se la pasan desanimando a los demás para que tampoco lo hagan. 
Los detractores de siempre, los que siempre quieren vivir en lo conocido y no conciben que exista o pueda suceder algo más que lo que ellos conciben. Apologetas de la desesperanza. Fieros defensores del no puede ser. Sacerdotes del culto al no. Estos no tienen parte en el descubrimiento de Jesús, se quedan afuera porque se han cerrado la puerta a sí mismo.
En vez están los que se animan a creen frente a la evidencia de los gestos y las palabras de Jesús. 
Los que se dejan tocar por las palabras de Jesús que dirige el camino hacia la sanación, hacia la confesión.
Dar testimonio de Jesús primero de la incipiente experiencia de su persona: es Jesús un hombre como nosotros.
Luego de un descubrimiento mayor: es un Profeta que hace las obras de Dios.
Y finalmente frente a Jesús dar el gran testimonio: "creo Señor" que tu eres el Mesías, el Enviado del Padre.
Esta fe que recibimos en el Bautismo y que estamos llamados a testimoniar con la propia vida porque no hay otro recurso más original y eficaz.
Hoy renovamos este descubrimiento esencial de Jesús por nosotros y de nosotros por Jesús y así por todos los no descubiertos.

P. Sergio-Pablo Beliera