martes, 26 de noviembre de 2013

Homilía Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, Ciclo C, 24 de noviembre de 2013

Homilía Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, Ciclo C, 24 de noviembre de 2013

En tu Cruz tu reinas Jesús. Es el lugar menos pensado para el hombre para reinar, pero el mejor vivido por Dios para reinar, donde el hombre experimenta su derrota y humillación. Allí, en la Cruz, en la cumbre del dolor humano y del dolor encarnado de Dios, Tu el Rey de todos, reinas sobre el pecado del odio y reinas sobre la muerte que da muerte a los hombres.
Cuando nosotros frente a la cruz nos bajamos y tratamos de salvarnos a nosotros mismos -o al menos esa es nuestra ilusión-, Tu, Señor Jesús, te ofreces hasta el último suspiro por tus hermanos los humanos, como Hermano Mayor de la humanidad que ha resistido y rehusado entrar a la Fiesta del Padre por su hijo que estaba perdido y fue hallado, que estaba muerto y ahora vive.
Déjanos permanecer crucificados contigo en tan misterioso trono de la Misericordia.
Desde Jesús, no hay otro reinado verdadero que el del Siervo sufriente por amor y fidelidad al Padre y amor y compasión a los hombres. Todo otra forma de reinado pertenece al pasado superado por el Hoy de Dios. Sólo Dios ha reinado desde el principio y hasta el final desde la condición de Siervo, que abre su misterio de Amor, de Comunión a toda su Creación, aún cuando eso comporte un gran sufrimiento para El mismo.
Tu como Pastor de la humanidad sin pastor, te ofreces para escuchar y perdonar, para rescatar y liberar de las ataduras del pecado y de la muerte haciéndote Tu mismo ofrenda sustitutiva por el pecador.
Cuando nosotros abandonamos el pastoreo porque la cosa se pone difícil, porque las cosas no son como queremos, como soñamos, como planeábamos. Somos huidizos tratando de salvar nuestras vidas y terminamos perdiéndola. Familias abandonadas, hermanos abandonados, todos los heridos al borde del camino, que dejamos en busca de nuestro paraíso imaginario. En una humanidad donde muchos se ponen a sí mismos primero que a los demás, donde el yo supera al nosotros...
Mientras todo eso sucede, Tu Jesús Buen Pastor, Rey de los hombres, Rey de los excluidos y abandonados, te dedicas por entero a abrirnos las puertas del Paraíso real y definitivo, donde se puede entrar por el reconocimiento de nuestra culpa y el de Tu Inocencia ofrecida por nuestra impureza.
¿Estoy dispuesto a blanquear nuestra servidumbre o la mantendremos en negro?
Desde aquel día en la Cruz del Gólgota sólo puede reinar aquel que ama como Tu amas, quien ama a Dios como Tu lo amas, quien ama a su hermano como Tu lo amas.
Cuando los reyes, los poderosos, de este mundo hacen sentir su poder y dominan... Tu Jesús, sirves como el último y liberas con tu Amor.
Porque Tu eres el verdadero Adorador del Padre, Tu eres el verdadero Hombre, Tu eres el verdadero Hijo Amado, Tu eres el verdadero Rey de los hombres y del Universo, porque nada haz tomado para sí y todo lo haz dado por nosotros.
Tu eres la Misericordia del Padre que todo lo restaura, que sanas nuestras heridas, que abres nuestros ojos, nos restableces de nuestras parálisis, rompes las cadenas de nuestro corazón y abres nuestras cárceles, porque Tu eres el Año de Gracia del Señor que ha comenzado y no tiene fin. Todo como Ungido de Señor por el Espíritu Santo.
¡Quien puede cerrar ya las puertas del Paraíso que Tu has abierto¡
Tu eres la Puerta, Tu eres la Llave, Tu eres el Rey Pastor que no abandonas, porque eres Presencia continua, eres la Acción de Gracias -la Eucaristía- perfecta y definitiva que el hombre no quiso ofrecer a su Padre y que Tu ofreces hasta la venida definitiva del Reino Nuevo -hasta que el último de los hombres entre al descanso de su Señor-  y el árbol de la Vida que es la Misericordia del Padre sea el alimento del hombre, Aquel que hace arder nuestro corazón.
Desde aquel día en el Gólgota ya nadie más que tu Jesús puede reinar, porque nadie pudo quitarte el Amor al Padre y en la última hora recataste al último de los hombres.
Todo poder ahora esta sujeto en su legitimidad a ser una representación viva y actual de como Tu reinas. Nadie tiene verdadero y real poder sobre los hombres si no lo hace como Siervo Pobre y Crucificado, como Misericordia sin fin y como puerta a Paraíso de los hombres libres, los hijos amados por Dios, teofilos de cada tiempo.
Haznos el don de fundirnos contigo, Jesús Rey Crucificado, y así entrar por tu promesa en el Paraíso de tu consuelo, de tu Misericordia que lava nuestras culpas y riega nuestra aridez.
Desde aquel día en el que se abrieron las puertas del Paraíso de tu Reino, el hombre puede llegar a ser hijo de Dios, hermano de sus hermanos, porque Tu eres el Amigo de los hombres.


Pbro. Sergio-Pablo Beliera