domingo, 2 de mayo de 2010

HOMILÍA 5º DOMINGO DE PASCUA, CICLO C, 2 DE MAYO 2010

"Yo hago nuevas todas las cosas"
¡Qué inspiradoras suenan a nuestros oídos estas palabras! ¡Que luminosa es esta promesa cumplida! ¡Cuánto espera nuestra persona y la humanidad esta novedad!
Frente a la sensación a viejo, a conocido, a repetido, a “deja vu”, que parece impregnar nuestras experiencias cotidianas… Dios en la persona de Jesús Resucitado está haciendo nuevas todas las cosas. Ni siquiera algunas, sino todas… Seguramente ustedes como yo, queremos que ese hacer nuevas todas las cosas se de en nosotros y dejemos de padecer de vejez prematura. Dios en nosotros siempre es y hace novedad, ese es el signo distintivo de su presencia y de su actuar. Dejemos que estas palabras calen hondo en nosotros repitiéndolas una y otra vez en nosotros: "Yo hago nuevas todas las cosas"

“Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros”
La novedad de Dios está en como Jesús nos ha amado. Jesús, es un estilo nuevo y definitivo de amor, un amor hasta el extremo, un amor hasta el fin, un amor hasta dar la vida, un amor que Ilumina la vida, un amor que cura, un amor que multiplica, un amor que perdona, un amor que abre nuestros ojos, un amor que libera nuestros oídos, un amor que nos pone de pie y nos hace caminar, un amor que resucita nuestras vidas de nuestras muertes, un amor que   nos habita, un amor que nos transforma, un amor que nos enamora y nos hace seguirlo, un amor que nos hace uno con Él, un amor crucificado que carga con nuestras miserias y nos abre las puertas del paraíso, un amor que se hace nuestro único y más grande amor… El amor de Jesús es enteramente nuevo, porque nunca antes el hombre había amado a Dios sobre todas las cosas y nunca como con Jesús, Dios había podido darle todo su amor al hombre.
Unirnos a este amor nuevo de manera absoluta es nuestra gran oportunidad de novedad en nuestras vidas. Que Dios pueda hacer en nosotros un amor nuevo.

“En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”
La segunda parte de este amor nuevo es como nosotros nos amamos con ese mismo amor entre nosotros. Para nosotros es fundamental poder experimentar que, el amor con el que somos amados por Dios, puede volverse el amor con que yo ame a los demás. Estaremos así derribando una de las barreras más grande de la humanidad. Darnos unos a otros el mismo amor de Dios, un amor que no conoce barreras, límites, espacios, tiempos, que lo trasciende todo y a todo lo desafía a legar a su verdadero lugar, ser amado como Dios ama a través de un par, un igual, un hermano, un compañero de camino, en las mismas contingencias de la cotidianeidad.
Que mejor proyecto puede haber en mi día que los otros puedan experimentar a través de mi pobre persona, el amor grande Dios. Allí, en mi debilidad estaré entregando el mismo amor de Dios y me estaré dando la oportunidad a mi mismo de romper mis propios límites, porque estaré haciendo caso a Dios y no a mis fronteras y condicionamientos.
Que seamos conocidos y reconocidos por nuestro amor a la medida que Dios nos ama, es nuestra verdadera y más plena novedad. El motivo de mayor felicidad que se pueda experimentar. Allí experimentaremos que Dios hace nuevas todas las cosas con su amor nuevo en nosotros y en los otros.

P. Sergio Pablo Beliera