domingo, 28 de julio de 2013

Homilía 17º Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo C, 28 de julio 2013


Homilía 17º Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo C, 28 de julio 2013
“…¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquéllos que se lo pidan!”
Jesús, al recibir el pedido de uno de sus discípulos que les enseñe a orar, termina su enseñanza con esta exclamación que sintetiza su brevísima y contundente respuesta-enseñanza.
Pedir al Padre el Espíritu Santo… Espíritu Santo que es fruto del diálogo de amor entre el Padre y el Hijo. ¡Que mejor oración se podría hacer, que la que es hecha en mí por el que se recrea en la corriente de amor entre el Padre y el Hijo!
Jesús conoce bien esta petición al Padre. Toda su existencia entre nosotros, desde su Encarnación está animada y conducida por el Espíritu Santo. Lo recibe y lo pide, lo recibe y lo da. Lo pide por y para nosotros y nos enseña a pedirlo para nosotros.
“Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos".
Contemplar cotidianamente a Jesús orar, sea cual sea el lugar y la circunstancia, imprime en nosotros sus discípulos, el deseo de aprender a rezar como Él.
El discípulo pide bien, pide a Jesús aprender a rezar según su estilo. Todo lo otro ha pasado, lo definitivo está ante nosotros, es Jesús de Nazaret, el Hijo Amado del Padre que vive entre nosotros. Jesús, no ha sido el primer orante en esta tierra, pero es el orante pleno, total, acabado, el Hijo que ora como conviene al Padre. Es el que se ha hecho todo desde esta comunión orante con el Padre movido por el Espíritu.
Es Jesús el que “pide, y recibe; el que busca, y encuentra; y el que llama, y se le abre.” Jesús pide por nosotros y recibe la fuerza para darse por nosotros; Jesús es el busca en el Corazón del Padre a cada uno de nosotros y en Él nos encuentra para sentarnos a su mesa; Jesús es el que llama a la puerta de nuestra conciencia para hacernos uno con la Voluntad del Padre y adquiere con la apertura de la puerta de la Casa del Padre de par en par, para que nuestra conciencia se abra plena y definitivamente al Espíritu del Padre.
Jesús es el amigo inoportuno que nos pide, “"Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquéllos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación".” Nos lo pide insistentemente orando así en nuestro propio corazón. Desde nuestro corazón Jesús como Hijo ora al Padre y pide los dones del Espíritu del Tiempo nuevo, de la Vida nueva. Estas palabras de Jesús pueden llegar a nuestros labios porque está en nuestro corazón orando insistentemente. No podemos apropiarnos de este Espíritu de Jesús y de estas palabras de Jesús, si Él no ora insistentemente en nosotros, si nuestra Memoria no está avivada por sus gestos y palabras vivas en nosotros.
La escuela de oración de Jesús es orar con Jesús. No somos orantes solitarios, somos orantes solidarios con la oración de Jesús.
¿Queremos asistir a esta Escuela de Oración de Jesús? ¿O hacemos nuestra escuela?
Este orante solidario con la oración de Jesús, desapropiado de su oración, de su modo de orar, de otros maestros, hace de todo gesto y palabra de Jesús los gestos y las palabras que lo habitan de manera continua y constante. Ora con el Espíritu de Jesús que el Padre dona cada vez. Oramos solidariamente para comulgar con los sentimientos de Jesús, para vivir según los sentimientos de Jesús para con el Padre y nuestros hermanos. El orante que no es solidario con los sentimientos de Jesús y de sus hermanos, no es un orante, es un simple repetidor de pensamientos y un simple repetidor de palabras llenas de egoísmo y vacías por lo tanto.
Y porque nuestras fuerzas son débiles, oramos con insistencia, pidiendo, buscando, llamando a la puerta de Dios Padre y sólo así recibimos la respuesta del Padre, donándonos el Espíritu de Jesús que permanece en la Comunión del Padre y en la Comunión con los hermanos.
“…Cristo los hizo revivir con él, perdonando todas nuestras faltas. Él canceló el acta de condenación que nos era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en la cruz.”
Los orante de la escuela de Jesús, son hombre reconciliados y de reconciliación sin odio, sin enemistad ni rivalidad en su corazón porque en sus corazones ora Jesús que nos da el Pan de su Cuerpo y Sangre que paga nuestras ofensas y las de los que nos han ofendido.
“El Señor lo hará todo por mí. Tu amor es eterno, Señor, ¡no abandones la obra de tus manos!”

P. Sergio-Pablo Beliera