domingo, 10 de febrero de 2013

Homilía 5º Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo C, 10 de febrero de 2013


Homilía 5º Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo C, 10 de febrero de 2013
Nosotros construimos un mundo desde nuestras capacidades. Pero cuando experimentamos nuestra propia incapacidad nos detenemos en la construcción. Y la creemos ya imposible o agotada. Y es ahí entonces, donde podemos darnos cuenta que Dios no construye solo desde nuestras capacidades, sino también desde nuestras incapacidades, nuestra imposibilidades y miserias, son motivó para que Dios nos llame a una nueva construcción.
El fracaso humano es motivó para que Dios llame a una nueva construcción, más definitiva, más plena. "No temas desde ahora en adelante..." ¡Que maravillosas palabras de Jesús! Consoladoras por sí mismas, y mucho más aún, iniciadoras de un camino nuevo y definitivo, que inspira un abandono total en las manos de quien todo lo ha hecho bien, en las manos del Santo, del que tiene Palabras que congregan y consuelan. "Y abandonándolo todo, lo siguieron.... " ¡Que maravillosa descripción de una más maravillosa realidad, la de poder confiar nuestra existencia plenamente a Jesús y su obra!
Pero para que esta realidad nueva se de, deben suceder que:
-Nos reunamos entorno a Jesús para escuchar la Palabra de Dios que sale de su boca.
-Nos dejemos invitar a una pesca aparentemente infructuosa que nos descubra la maravilla del obrar de Jesús.
-Que experimentemos su santidad y nuestro pecado en un diálogo vital.
-Que escuchemos su palabra que ordena todo en nosotros: "no temas, de ahora en adelante..."
El fracaso de los que quieren y hacen el bien, es fuente de posibilidades para el obrar de Dios. A diferencia de cualquiera que frente al fracaso se detiene o reniega de lo vivido, Jesús se lanza aún por un sendero que nos descubre nuevas posibilidades. He experimentado esto personalmente no una vez, sino muchas veces. Y sólo ahí he podido comprender lo que es el consuelo de Dios y su llamada.
Dios o quiere hacer con los demás lo que no pueda hacer con nosotros, conmigo... Su manera de involucrarse con nuestra vidas incluye nuestras necesidades y a la vez aquellas posibilidades que han quedado ocultas tras nuestra debilidad y nuestros fracasos.
Hemos escuchado muchas veces la parábola del sanador herido... Del qué predica y sus propias palabras lo hieren a él y sanan a otros. Es una experiencia que marca la madurez, el inicio de la etapa de plenitud de la vida. Algunos de nosotros podemos detenernos ahí y no querer seguir el camino, cansados de nosotros mismos y muchas veces también de los demás, de tantos intentos. Quien llegue a escuchar la Palabra de Dios de la boca de Jesús, podrá adentrarse en la experiencia a la que Él quiere llevarnos aún desconociendo los medios y fines que Él reserva para que no nos asustemos con la vida. Sabía actitud de Dios de revelarnos las cosas paso a paso.
Si nos asustan nuestros fracasos y debilidades cuando las vivimos, imaginémonos si las pudiésemos ver por anticipado. ¿Quien podría escuchar su contundente: "de ahora en adelante..."? De ahora en adelante, es el descubrimiento de un mundo nuevo para quienes pensábamos tenerlo ya todo conocido y abrochado... No, en el mundo de Dios, los caminos son siempre por descubrir. Eso es lo fascinante... Pensar que algunos en nombre de Dios pueden abrogarse el conocer la totalidad del camino. Terrible tentación de ponerse por delante de Dios. Es la experiencia de Pedro hoy en el evangelio... No es un arranque de total humildad, o de conciencia culposa, es la siempre tentadora experiencia de ponerse delante de Dios cuando Él nos manifiesta un rumbo y nosotros salimos con nuestro conocimiento, de ya lo intenté, ya fui por ahí... Y Dios nos pregunta con todo derecho: ¿cuando? Yo no te había enviado aún por ahí, ¿qué hacías ahí antes que yo te lo ordene? ¿Acaso conoces todo el camino, todos los caminos sus tiempos? No podemos ir delante de Dios sino seguirlo, pero nadie lo sigue si no experimenta como Él nos adentra en los terrenos supuestamente conocidos y nos descubre su posibilidad de novedad... ¡Que fascinante es la vida junto a Jesús!
Dejarlo todo apresuradamente antes de esta experiencia con Jesús, sería una forma de ponerse en el lugar de Dios y seguirnos a nosotros mismos.
Uno de los grandes peligros para los jóvenes hoy, es que todo nace de su iniciativa, las cosas se largan cuando ellos lo deciden siguiendo su gusto y la masa, aún cuando esto los lleve a Jesús... Una vez más Jesús nos aparta, se aparta y nos pide un espacio de experiencia donde El pueda hacer una obra original con nosotros... Porque los jóvenes no perseveran en la fe, en la experiencia eclesial, el la experiencia de Jesús, puede encontrar un bosquejo de respuesta en este ponerse delante de Dios, en este no haber experimentado la Palabra de Dios surgida de Jesús, en este no escuchar la orden de adentrarse en la espesura de la vida donde hemos hecho tantas experiencias por nuestra cuenta y que ahora necesitan ser experiencias iniciadas por Jesús y donde experimentemos su santidad y nuestro pecado, su maravilloso hacer y nuestra impericia... Tanto ímpetu juvenil que termina en nada, nos habla a los adultos de la delicadeza de la educación en la fe y de la originalidad que esta debe tener en ser siempre iniciativa de Jesús y donde El tenga la libertad de liberarnos de nuestros mundos conocidos... Muchas veces se ha dicho "jóvenes viejos antes de ser jóvenes" y no es tan desacertado.
Los adultos no estamos mejor, buscando experiencias nuevas sin Jesús como iniciador de ese movimiento. Todo movimiento del espíritu humano hacia una novedad debe ser siguiendo al Espíritu siempre nuevo de Jesús. Donde sólo El puede revelarnos la experiencia subsiguiente en el camino recorrido y darnos un nítido: "de ahora en adelante..." Y donde abandonarlo todo sea seguirlo a El y no seguirnos más y más a nosotros mismos.
Nuestras heridas, nuestros fracasos y ineptitudes frente a la vida, son una fuente de gracia imprescindible en la experiencia de Dios. Adultos y jóvenes no podemos privarnos de esta riquísima experiencia puesta en manos de Jesús. Porque toda experiencia genuina de nuestra necesidad de Dios, que nos acerque más a Jesús, y nos revele nuestro destino aquí en proyección a El y a los demás, no puede dejar de contar con ese bagaje de experiencia humana.
Tantos fracasos genuinos evitados, nos terminan por hacer fracasados de por vida. Sólo con Jesús esa experiencia de necesidad de su santidad y de mi pecado pueden dar el fruto de una llamada a una nueva experiencia de la radicalidad de su amor y de nuestra posibilidad de emprender algo nuevo con El.

P. Sergio-Pablo Beliera