Podríamos
comenzar esta reflexión preguntándonos:
¿Qué es lo que nos mueve a un cambio?
¿Cuáles son las motivaciones concientes de un cambio en
nosotros?
¿Somos conciente de lo que nos hace dar un paso a un
cambio?
No es menor
ser concientes de las respuestas que puedan surgir de estas preguntas, frente a
la realidad que el cambio es un estado que forma parte de lo mejor de lo
humano, la capacidad de crecer, de madurar, de desarrollarse.
El interés
de Jesús por que seamos sensibles a las oportunidades de cambio es manifiesta
al decir: “Él respondió: ‘No
quiero’. Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo
mismo y este le respondió: ‘Voy, Señor’, pero no fue”. “…ustedes, ni
siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él”.
Por ejemplo
san Pablo hoy nos propone claras motivaciones para un cambio cristiano:
- “Tengan
un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento.
- No hagan
nada por interés ni por vanidad,
- y que la
humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos.
- Que cada
uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás.
- Vivan con
los mismos sentimientos que hay en Cristo Jesús.”
Los cambios
de estado de madurez o de crecimiento cristiano está motivados no por simple
necesidad o lo inevitable.
No, el
cambio cristiano está motivado por un bien mayor que se me presenta como
verdadera oportunidad. El arrepentimiento cristiano se origina en la
ejemplaridad que provoca a mi libertad por ser tan parecido a Jesús al punto de
compartir sus sentimientos que no están puestos en sí mismo sino en el otro.
Dios como
Padre aprecia este tipo de cambio, que afronta el desafío de reformularse a sí
mismo movidos por el Espíritu de Jesús que ha dicho que si al Padre y que ha
provocado un sí de cada uno de aquellos que estuvieron más dispuestos a crecer
que aferrados a modos o estados de la vida que necesitan ser superados.
Cuando
esperamos la emergencia, el “no queda otra”, el último momento, no estamos en
el espíritu del cambio cristiano.
Y el mundo
que nos circunda está plagado de buenos y sustentables ejemplos que nos mueven
a crecimientos y a una mayor escala de madurez. Los malos ejemplos son nada
frente a todos ellos, pero cuando no se quiere cambiar lo único que se ve es
aquello que alimenta mi no cambio, mi dejar las cosas como están, el mal
espíritu de todos lo hacen…
Hay una mala
prensa continua, una captación masiva irreflexiva que nos dejamos crezca en
nosotros, de que si Dios me pide algo no será algo digno de atención, que será
imposible, que será inhumano, que no me hará feliz, que me privará de un sin
fin de cosas buenas y deseables… la lista continúa, como se dice.
¡Cómo nos
dejamos meter esto en la cabeza y en el corazón!
Cambiar de
un no a Dios y a su propuesta de vida en Jesús es nuestra mejor idea, nuestra
mejor opción, nuestra mayor libertad, no lo dudes.
“Muéstrame,
Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu
fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador, y yo espero en ti
todo el día… El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los
extraviados; él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su
camino a los pobres.”
P. Sergio-Pablo Beliera
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