No se si somos lo suficientemente
conscientes que no necesitamos hacer el esfuerzo por entrar en nosotros mismos,
es el mismo Jesús Resucitado quien nos explica. Es Él, quien desde su lugar de
Resucitado abre nuestra inteligencia. Insisto, Él lo hace desde afuera, porque
es un Otro. Y el discípulo reconoce que eso sucede, al experimentar un ardor
interior en el corazón. Un paso del miedo a la apertura. Una recepción de: “La
paz esté con ustedes”.
La experiencia del Resucitado que hoy se
nos presenta es la experiencia de una gran familia reunida, una comunidad de
discípulos conformada por los Doce, las mujeres y otros tantos, que reciben a
Jesús Resucitado. Es una experiencia de Jesús Resucitado en la Comunión, es la
experiencia de Jesús Resucitado llamada a perdurar por los siglos de los
siglos. Jesús Resucitado presente en la Comunión de los discípulos receptores
de la paz, y por lo tanto hechos y a la vez hacedores de la Comunión.
La experiencia del discípulo de Jesús
Resucitado, es una experiencia de su Persona espiritual por un lado (se aparece
en medio de ellos) y por el otro lado de su Persona totalmente corporal (al
punto de comer y llevar el signo de la crucifixión). No es pues, una
experiencia interior, una alucinación, sino que sucede ‘en medio de ellos’ y es
a la vez una experiencia que pueden compartir, que todos pueden vivir al mismo
tiempo. Y aquí estamos viviéndola nosotros mismos.
Los ejemplos para aproximarnos a una explicación
de lo que sucede, pueden ser las del orden del amor, donde dos personas
distintas se ven de pronto envueltas por el mismo sentimiento que construye
entre ellos una identidad nueva y más fuerte. El amado esta fuera y se
experimenta dentro y a la vez se puede compartir.
¿Esta sucediendo esto aquí?
¿Podemos decir que estos discípulos reunidos están disponibles a una
experiencia en común de Jesús Resucitado y experimentar como toca nuestro
corazón a abre nuestras inteligencias?
¿Son nuestras Eucaristías dominicales una experiencia comunitaria de
discípulos a los que el Señor Jesús Resucitado se le puede presentar, ser el
motivo real de su alegría, y renovar sus corazones y abrir sus mentes para
lanzarse a anunciarlo por los caminos?
O, ¿nuestras
Eucaristías están cerradas sobre sí mismas y empiezan y terminan cuando yo
llego y me voy del templo?
Los discípulos del Resucitado no somos
consumistas de un intimismo individualista y dualista del Señor Jesús. Nuestra
experiencia de Él no está por sobre su Presencia Personal Única. Nosotros no
estamos completos hasta que el Señor Jesús no se hace presente en el Cuerpo
Vivo de la Escritura, que Él y no nosotros por nosotros mismos, o algún
iluminado, nos hace comprender; y en el Cuerpo Vivo de la Iglesia en la
Eucaristía, donde Él se hace presente para comer con nosotros. La Experiencia
de Comunión en una misma Palabra y en un mismo Pan de la persona entera de
Jesús Resucitado, no puede ni debe ser manipulada por la necesidad de sentir
confort espiritual, una paz de shopping, una alegría bolichera… Ojo, el mercado
de confort espiritual está muy activo y es muy rentable… Hay mucha demanda y
mucha oferta. No necesitamos ser consumistas de visiones, apariciones y
mensajería espiritual, lo único necesario, es la experiencia de Comunión que
hacemos los discípulos reunidos que dejan que el Señor los sorprenda con su
Presencia.
Hoy, muchos de nosotros deberíamos
sentirnos interpelados por las palabras de Pedro: “…Ustedes renegaron del Santo y
del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un homicida, mataron al
autor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual
nosotros somos testigos… yo sé que ustedes obraron por ignorancia… Por lo
tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean perdonados”.
Nuestra ignorancia, no nos exculpa de
reconocer que nos quedamos a veces con ‘otro’ en lugar del Santo y el Justo
Jesús. Nos entretenemos en lo que nos toca y nos llega, y nos olvidamos la
Presencia singular de Jesús que nada ni nadie puede reemplazar. ¡Un poco de
arrepentimiento por sustituir a Jesús por tantas y tantas cosas no nos vendría
nada mal!
En todas las apariciones del Señor Jesús y
de la Virgen, reconocidas por la Iglesia, el mensaje es siempre el mismo que se
nos presenta hoy: Volver a Jesús Hijo amado del Padre y único e insustituible
salvador, por la Palabra, la Penitencia y la Eucaristía.
Hagámonos poseedores de esta Palabra de
Dios: “en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado
verdaderamente a su plenitud”… Cumpliendo la Palabra de Dios
manifestada toda entera en la Persona de Jesús Resucitado, es como vivimos la
experiencia de resucitados con Jesús Resucitado, la Palabra cumplida, llevada a
su Plenitud en la Eucaristía.
Jesús Resucitado, es el que sabe pedir y el
que se deja dar: : “¿Tienen aquí algo para comer?. Ellos le presentaron un trozo de
pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos.” Y nosotros,
hacemos lo mismo con Él:
¿Nos animamos a pedirle el Pan de la Palabra y de la Eucaristía?
¿Dejamos que se nos de por entero en ese Pan, o le ponemos frenos
racionalistas?
Con el hecho de que Jesús quiere abrirnos
la inteligencia para comprender la Palabra de Dios y con los medios con que hoy
contamos, no podemos seguir siendo cristianos sin una comprensión de la Palabra
o ignorarlo en su Presencia Eucarística donde Él mismo está enteramente
disponible.
Esa comprensión es la que nos hace
volvernos misericordiosos y disponibles a la ternura frente a las miserias de
este mundo. Puede ser que alguno realmente no tenga para dar, como me pasó el
otro día en el tren, pero si tengo la Palabra viva de Dios en mi corazón y
mantengo viva la presencia resucitada de Jesús en la Eucaristía en mí, puedo
dar una mirada de ternura, una sonrisa serena, una palabra de amistad y una bendición.
Eso lo cambia todo, absolutamente todo.
Es entonces donde la promesa y el envío de
Jesús Resucitado encuentra una forma de realización desde mí hasta el otro: “…en
su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de
los pecados. Ustedes son testigos de todo esto”.
P. Sergio-Pablo Beliera
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