jueves, 26 de diciembre de 2013

Homilía Navidad, Ciclo A, 25 de diciembre de 2013


“José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa… Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados”.
Ese Jesús anunciado, es hoy un Jesús celebrado y fuente de vida para todos nosotros. En su Nacimiento reconocemos el comienzo de una Novedad y Plenitud de la humanidad anterior a Él y posterior a Él, que traspasará nuestro días y llegará hasta un futuro inmenso.
El acontecimiento de su nacimiento, fue un hecho familiar, que poco a poco comenzó a trascender la fronteras de aquel Belén. Pero fue un acontecimiento vivido en una inmensa fragilidad exterior pero envuelto de la fortaleza que sólo la ternura de una madre y un padre, vueltos enteramente hacia la voluntad de Dios hasta hacerse una con ella a fuerza de la apertura de la fe de los pequeños.
El Papa Francisco habla de este acontecimiento de una forma que es una gran anuncio para nuestro tiempo en esta Navidad.
"María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura." (EG 286)
Inspirados en estas palabras del Papa Francisco, quiero invitarlos a celebrar esta Navidad, ocupándonos de las cosas del Señor Jesús como María y José.
Saber transformarlo todo con “una montaña de ternura”, para acoger a la Ternura en persona.
Saber... Esto es, esmero en todo lo que se hace pero en una inmensa y desbordante gratuidad. Porque Dios se esmera gratuitamente para darse a nosotros a tal punto de pasar desapercibido pero completando y plenificándolo todo.
Saber... Esto es, mucha creatividad en todo lo que se hace, no siendo una máquina aburrida de repeticiones de errores o equivocaciones, sino entregados a resolución de lo que hasta ahora no se ha sabido resolver por las vías ya exploradas. Así es este Niño Jesús, una creación amorosa, que en una situación de gran pobreza desborda los límites de lo pensado, escondiendo a Dios mismo.
Saber... Esto es, aplicar todo el conocimiento acumulado de una manera renovada y eficaz por la vía de la humildad, no queriendo inventar lo que ya esta inventado, ni querer repensar lo que ya esta claro. Jesús Niño, nace y se hace en una historia
Saber... Esto es buscar las ayudas adecuadas para lo que nos desafía y renunciar a hacerlo todo por mi mismo y a mi modo.
Saber... Es ponerlo todo lo que somos y tenemos al servicio de Aquel que lo es todo y lo da todo. Así no trabajamos en vano.
María y José, transforman un humilde pesebre de animales en un humilde hogar para Jesús, en una humilde habitación de niño para El Niño Jesús. Sin qué pierda su humildad y sencillez, ¡eso es muy importante! Nuestros hogares deben guardar su humildad y sencillez para acoger a Jesús que siendo rico se hizo pobre, siendo fuerte de hizo débil y siendo grande se hizo pequeño.
Transformar no es cambiar la esencia sino resaltarla, no es mutar algo en otra cosa sino llevarlo a su esplendor, no es adornarlo sino mantener su sustancial despojo.
Tenemos a veces la tendencia contraria y estamos llamados por el ejemplo de esta noche a guardar la despojada sencillez de la vida humana, sin adornarla de "ferretismos", porque la vida no necesita de una ferretería ni transformarse en un armazón de hierro. Ni tampoco una juguetería de entretenimientos futiles.
Es transformarlo en ternura por la ternura misma. El medio y el material con el cual transformamos una realidad deben guardar relación. Y la ternura es el medio para que la ternura resplandezca. Y esa ternura es Jesús mismo. Y Jesús viviente en nosotros.
La Navidad de Jesús, así vista y vivida esta llamada a transformar nuestras vidas, de otra manera no tiene sentido celebrar lo que no transforma y plenifica nuestras existencias concretas comunitarias, familiares y personales.
Celebremos pues el Gran Acontecimiento no sólo de la Historia de Salvación, sino de nuestra historia familiar, comunitaria y personal de salvación, queriendo ser lo mismo que celebramos.


P. Sergio-Pablo Beliera

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