martes, 14 de diciembre de 2010

Homilía Domingo 3° de Adviento, Ciclo A, 12 de diciembre de 2010


Homilía Domingo 3° de Adviento, Ciclo A, 12 de diciembre de 2010

No puedo negarles que alguna vez me he preguntado: ¿qué me atrae de mi fe? Otras tantas le he preguntado a personas que fui conociendo en la vida y que no tenían fe: ¿qué te atraería del cristianismo? o ¿qué te parece más importante y significativo de Jesús? La respuesta pareciera converger en que lo más importante de nuestra fe, lo más significativo de Jesús, es la Caridad. Es ese Amor multifacético y universal que está en el fondo de todo y en la cima de todo.
Así lo fue para el mismo Jesús cuando fue interrogado por los mensajeros del gran hombre de la espera, Juan Bautista. La respuesta de Jesús en contundente y le deja al que la escucha la aceptación o rechazo de la misma: "Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!" Es simple e inobjetable. Me rindo ante esta respuesta. Tan concreta, tan inconfundible. Un Amor concreto frente a situaciones de dolor concretos. Cautiva este Jesús, que propone ayudándonos a pasar de su lado, de la promesa al cumplimiento, de la espera a la concreción. Todos deberíamos hacer lo imposible para que Jesús con su Amor único sea para cada uno de nosotros un cambio radical de un amor con minúscula a un Amor con mayúscula. Que tanto Amor no sea para nosotros motivo de experimentarnos a distancia de esta opción, sino todo lo contrario, lanzarnos apasionadamente a un camino que nos supera en la imaginación pero que está a nuestro alcance si nos hacemos uno con Él, si no hacemos de los suyos, si elegimos lo que Él elige.
Quiero entrar en la escuela de Jesús para aprender a tener estos mismos gestos y ser un milagro de amor para mis hermanos más sufridos y olvidados. Alguien ha dicho alguna vez que, “la vida es sufrimiento”, y es verdad que un poco más un poco menos, no hay humano que no sufra. Y por lo tanto no hay persona que no merezca que lo toquemos con el Amor divino de Jesús desde nosotros. Y si la “belleza salvará al mundo”, no hay mayor belleza que los cristianos amando como Dios ama en Jesús. Ni el esplendor de la naturaleza, ni la magnificencia de la mayor obra humana, puede compararse con la grandeza infinita de una vida transformada por la Caridad de Dios envolviendo a un mismo tiempo a quien da y quien recibe confundiéndolos a tal punto que ya no se sabe quien da y quien recibe. Jesús ha sido el primero en mostrarse como un necesitado, como uno más que no tiene, que no puede y que acepta de los demás lo que estos tengan para darle. Desde su nacimiento a su muerte ha sido un pobre, un doliente al que Dios Padre consuela con su Amor. Si me uno a este Jesús, entonces si todos podremos experimentar: “Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios. Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los que están desalentados: "¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios!” Todos somos motivo de ser amados como Dios Ama. Amor concreto sobre situación concreta.
Pienso que cuando los que dudan en la fe, los que vacilan o los que directamente no la tienen, cuando ven estos signos en nosotros podrán ellos ser los que como dice el profeta Isaías: “Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos, entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo” La ceguera que no deja ver la fe, la sordera de los que no pueden oír la fe, la parálisis de los que no pueden andar la fe, dejará de existir frente a la Caridad de Dios en nosotros. No creo que los hombres y mujeres de hoy puedan creer de verdad otra vez, si no reciben de los que creemos la misma respuesta de Jesús.
La respuesta de Jesús es la de un hombre que ama con el Amor de Dios, con todo su ser, levantándose cada día para vivir hasta el extremo esa Caridad, sin la seguridad de medios y sin elegir quien necesitará de Él. Nosotros estamos invitados a entrar en esta experiencia de Jesús en nosotros dejándonos en primer lugar amar por el Amor único de Jesús, y en segundo lugar dándonos a los demás con el mismo Amor de Jesús. Sin poder refugiarnos en la seguridad de una obra de caridad o en un tiempo o función de caridad, sino teniendo que abrazar una existencia de Caridad, sin importar cuan necesitado estoy yo o no de Caridad. Al contrario queriendo saciar el hambre de Amor y la sed de Caridad de nuestro mundo desde nuestra propia indigencia que tiene diversas manifestaciones. “Amor con Amor se paga”

P. Sergio Pablo Beliera

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"Solo lo que construye merece ser dicho y escrito"