¡Cuánto nos cuesta aceptar que
el protagonismo final lo tiene Otro!
¡Cuánto nos cuesta integrar
que somos parte de una Camino pero no somos el final del Camino!
Todos los días emprendemos el
gozoso o el doloroso camino de abrir camino para el Camino. Todos los días
abrazamos ese espacio y ese tiempo que marca el surco del que somos parte, pero
no como solitarios transeúntes, sino como quien va a veces por delante porque
Alguien se nos ha adelantado y nos precede pero, a su vez nosotros precedemos
un final en el que ese Alguien es el punto final y culminante.
Ni las cosas comienzan en
nosotros ni terminan en nosotros. En todo estamos porque Dios, principio y
final de la historia, está porque estuvo y entonces estará. Ser parte…,
precioso tesoro al que somos invitados.
“Prepararen el camino”,
bella definición de lo que hace Dios en nuestras vidas por sí mismo y por
otros. Y a la vez, luminosa descripción de lo que hacemos en la vida de los
demás, para que el Señor encuentre un corazón bien dispuesto en nuestros
hermanos.
“Mira, yo envío a mi mensajero
delante de ti para prepararte el camino…”
Hoy debemos hacer Memoria de
todas las veces que el Señor lo ha estado haciendo paciente y esmeradamente a
pesar de nosotros mismos. Él mismo preparando el Camino para que Él mismo que
es el Camino, pueda transitar y encontrarnos bien dispuestos. Toma pues el Pan
de la Palabra y come para hacer Memoria Fiel.
Hoy debemos hacer Memoria de
todos aquellos que el Señor ha enviado como mensajeros suyos, para
despertarnos, despabilarnos, para mantenernos despiertos, para avisarnos,
alertarnos, despejarnos, abrir nuestros oídos, agudizar nuestra mirada, erguir
nuestras espaldas, fortalecer nuestras rodillas vacilantes, afirmar nuestro
andar… Ahí han estado para nosotros y por nosotros porque el Señor los ha
enviado. Toma pues y como el Pan de la Caridad y come de su sustancia para
hacerte Caridad Agradecida.
Hoy tenemos la oportunidad de
hacer Memoria de las veces que el Señor nos ha enviado a nosotros confiándonos
la misión de ser mensajeros suyos en la vida de tantos hermanos desconsolados: “¡Consuelen,
consuelen a mi Pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón…” ¡Que gratitud
brota del corazón cuando somos conscientes de este privilegio que supera
nuestros planes y nuestras capacidades! A veces no entendemos el mensaje y al
que nos envía como mensajeros pero, Él va develándonos el mensaje y nuestra
misión de mensajeros en la medida que unos y otros podemos recibirlo, abrirnos
a Él que es Mensaje y Mensajero por excelencia. Toma pues y come del Pan de su
Cuerpo y Sangre entregado y resucitado, para que tus ojos se abran y arda tu
corazón cuando Él parte en Pan en la Comunidad.
Hoy es día para escuchar,
abrazar y poner en práctica el hilo conductor del Mensaje que hemos recibido y,
del Mensaje que hemos sido enviados a llevar como Tesoro preciado e
insustituible. No lo perdamos, ni lo dejemos olvidado por ahí…
Hoy es el día para señalarlo a
Él. Para dejar de mirarnos a nosotros mismos por nosotros mismos. Para dejar de
mirar a los demás según nosotros mismos. Y mirarnos y mirarlos según Él mismo,
como Él mismo lo hace.
Por eso, “¡qué santa y piadosa debe ser la
conducta de ustedes, esperando y acelerando la venida del Día del Señor!”…
Nuestro ser y nuestro hacer si es genuino y proviene de la Fuente y Cumbre de
la Vida, anhela y se esmera en deseos que nos hacen como Él es y hace, y a la
vez el deseo crece incesantemente en esperanza que Él llegue y sea pronto.
Somos aceleradores que acortan la distancia de tiempo y espacio entre nosotros
y el Señor que viene, doblando así por el Amor en acción el espacio que nos
separa y que acorta el tiempo del Encuentro con el Amado.
Nuestra conducta se vuelve
santa y de acuerdo al sentir del Corazón de Dios, en la medida que espera en el
Señor, y se enciende en deseos que se rompa “la tela” y me entregue al Gozo de
nuestro Señor cuanto antes, no ya por la muerte que sobreviene al final de
nuestras existencias, sino por que todo nuestro ser se vuelve acorde al deseo
más profundo del hombre, que es estar no sólo en paz con el Señor, sino en la
Paz de nuestro Señor.
Tal vez seamos de esos
cristianos que entonces hacen experimentar que el Cielo está en la tierra, que
el Tiempo y el Espacio de Dios se ha adelantado y ya está Aquí y Ahora.
O seamos de esos “cristianos”
que tienen puesta su mirada en que se acorten los tiempos y se den las
oportunidades para que lo que han construido en su mente y en su corazón se de
para sentirse felices y satisfechos, y eso sin esperar al Esperado, sin que
llegue El que ha de Venir.
Hombre de fe, escucha al
mensajero que trae el Mensaje.
Hombre de esperanza, da el
Mensaje que el Mensajero te ha confiado.
Hombre Enamorado, desea
ardientemente que tu Señor venga a Consolarte y Colmarte como nada ni nadie
puede hacerlo, porque sólo Él puede bautizarnos “con el Espíritu Santo”,
Fuego que todo lo consume en el Amor, Luz que todo lo ilumina en la Belleza de
su Rostro que contemplaremos cuando Él se nos muestre hoy y mañana, alegría de
nuestros corazones hechos como el suyo.
Padre rico en misericordia, que
nuestras ocupaciones cotidianas no nos impidan acudir presurosos al encuentro
de tu Hijo, para que, guiados por tu sabiduría divina, podamos gozar siempre de
su compañía.
P.
Sergio-Pablo Beliera
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